Ya me conoces, más que antropólogo soy medio poeta. No voy a perderme en datos que no domino, que son demasiado técnicos. Pero quería enviarte una palabra amiga de aliento, amistad y admiración.
Yo te conocí hace muchos años. Delgada, con una gorra en la cabeza, con la inquietud de ser honesta siguiendo a Jesucristo como misionera de la SMA. Pasamos muchos ratos vendiendo calendarios en las puertas de las iglesias para sostener nuestros proyectos misioneros, intercambiando esperanzas y caminos de fe, algún que otro paseo, un cine, un café… También coincidimos en diferentes periodos en nuestro querido Benín de África Occidental. La vida nos ha hecho compañeros y amigos, lo cual siempre es un regalo que yo aprecio y agradezco, al igual que tú.
Pues bién, tu trayectoria, marcada por la itinerancia, con unas humildes sandalias, doctora en antropología sin traje ni corbata, sencilla siempre, valiente, humana, con una mochila en la que cabe tu corazón, tus sueños, tu entrega… son imágenes que han llenado mi memoria estos últimos días. Mientras tanto, tú contribuyes a que las cosas sean un poco mejor allá en donde tantas personas están perdiendo la vida. Me quito el sombrero.
Es admirable que te indignes por causa de un occidente que sigue sin dar la respuesta adecuada, que desembarca trajes de extraterrestres y que olvida lo esencial. Tú lo dices muy bien: hay que sentarse con la gente, escucharla y buscar juntos la solución desde el respeto a sus tradiciones, en dónde los ritos funerarios son tan importantes, sin ningunear la dignidad que todo ser humano atesora.
Enhorabuena por tu trabajo. Sin tu presencia allí las cosas probablemente seguirían casi igual, pero con tu presencia humanizas la investigación, y humanizas los espíritus de los que te queremos, aunque estemos a muchos kilómetros de distancia y sólo nos veamos ocasionalmente. En agosto viniste a verme a Vélez de Benaudalla, intercambiamos cuatro palabras pero hubo muchas cosas que no te dije. Sirvan estas líneas para subsanar aquel silencio. Ya voy terminando. Pero permíteme otra palabra obvia, pero que hay que decirla: cuenta, amiga, con mi oración. Siempre es bueno que las personas recen las unas por las otras, que expresen comunión, fraternidad, afecto.
No te consideras ninguna heroína. Lo sé y lo entiendo. Pero en este país, (y ya si termino) en donde sólo se habla de tramas corruptas, políticos encarcelados, crisis económica, tentativas independentistas, frivolidades de la prensa rosa , en dónde la información deportiva ocupa mucho más espacio que noticias como el desempleo, la pobreza infantil, o la tarea de los comedores sociales, entiende que quiera subrayar con esta carta tu labor profesional, vocacional también, y sobre todo la naturalidad con la que asumes los riesgos que implican luchar contra el ébola a pie de terreno, jugándote el pellejo y la salud.
No te canso más. Tampoco quiero adularte, sólo es mi reconocimiento sincero por tu vida y tu trabajo. Un beso enorme y el aliento que necesites para seguir en la brecha.
Siempre fraterno, Paco Bautista, sma.
Vélez de Benaudalla, 2 de noviembre de 2014.
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